viernes, 17 de mayo de 2013

SAGA BÍBLICA.


Toda la Biblia es una representación del Drama Sagrado del Cristo Doble de la Casa de Israel. Dice antes como pasará y ahora como pasó, es así que leyéndola podemos ser contemporáneos de esa etapa de la Saga Sagrada que sucedió en tiempos del control romano sobre las riquezas del Asia y de Egipto.

Se trata de una historia que se repite recurrentemente: de uno que viene y que viene de a dos. Y los dos son hermanos de linaje divino, donde uno es el que es “rescatado de las aguas” y el otro es el que actúa como Elías.
Es un hecho que en todos los relatos esto siempre se repite, desde aún antes que Abraham; ya aparece con los hijos de Adán, dónde uno suplanta al otro en el favor del Padre (o de Eva, la Vida Misma). 
En todos los relatos esta singular relación siempre se está reescribiendo.
Y sucedió que esto se repitió de nuevo, y nadie lo vio.
Iba a venir el Mesías una vez más como dos hermanos, dónde el menor es mayor que el primogénito, y no lo supieron ver.

         Llegaron dos hermanos, aunque en este caso no eran hermanos de sangre, sino que eran hermanos en virtud de tener el mismo Padre, y lo que no realizó el uno lo hizo el otro.
Uno murió en la cruz, el otro resucitó.
Este otro es el que fue llamado a ser el siguiente Mesías, el Cristo Ungido luego de la muerte de Jesús.
Al final fueron sepultados juntos, en una cueva al borde del camino.
         Estos dos hermanos vinieron para que se realizaran todas las profecías del pacto de Jehová con el pueblo de Israel.
Uno permaneció y murió por sus pecados, el otro partió llevándose consigo el favor de Dios.
Después siguieron llegando igualmente maestros vivos para el único Dios vivo, pero ya no más en la casa de Israel.