miércoles, 28 de enero de 2015

ANUNCIANDO PROFECÍAS

  La Biblia es un Libro Profético, o sea que anuncia acontecimientos que vendrán. Cuando en el Pentateuco aparece la historia de Moisés, no es que él se refiere a sí mismo, sino que es el anuncio de lo que sucederá. Y tal vez también vestigios de aquel primer éxodo atávico.

 Un día, hace hoy 3.800 años, en una vieja ciudad ya sin puertas, apareció un gran profeta de la Religión Profética sobre el Dios Eterno,  y en medio de la plaza de caravanas, y durante días y noches, anunció a las gentes allí presentes, y a quienes leyeran o escucharan transcripciones en el futuro, por generaciones y generaciones, las suertes de pasadas y futuras estirpes de Reyes Profetas y que rol cumplirían ellos, o sus descendientes, en los nuevos acontecimientos que habrían de venir . Tal es así que en esas horas habló de Reyes pasados, como los Divinos Pastores del Este, con sus avatares en guerras y desbordantes palacios, relatando también extrañas experiencias de viajes, y de lugares remotos, en las distancias y en el tiempo. Contó de todo, habló de  nacimientos pasados y de Niños que vendrán de úteros de mujeres vírgenes y célibes. Uno de los espectadores de esas noches, quien luego protagonizó en carne propia los pormenores de la profecía anunciada a él y a su familia, Abram, transmitió a su descendencia la esencia del Conocimiento principal que aprendió esa noche, la posibilidad de comulgar en primera persona con el Dios Eterno.