Cuando fuimos
expulsados del Paraíso por aquel viejo fantasma pensamos que era la muerte,
pero no pudimos estar más equivocados…
Antes que
nada debo decir a mi favor que yo aún no había surgido cuando el Viejo
advirtió a Adán de no probar del dulce fruto, así que no se me puede acusar de
desobediencia. Y si nos tuvimos que ir fue simplemente porque Adán ya me había
tomado como esposa, y el viejo libidinoso no aceptó en contener su deseo
mientras yo andaba simplemente por ahí, así que para no caer en tentación
simplemente nos dijo: “¡Fuera¡”. Y nosotros nos fuimos.
Seguimos la
senda del Sol, buscando encontrar su morada, y a medida que avanzábamos nos
íbamos reproduciendo y progresando.
Enseñamos las
artes del cultivo, y fuimos aprendiendo a tratar a los animales y decidir
cuáles eran mejores para domesticar y para acompañarnos en nuestro viaje.
Hicimos una
choza a orillas del agua, entrelazando lotos y juncos. Sobre ella, las
estrellas. Choza que cual arca se convierte en sarcófago, tronco hueco que se
convierte en tumba, arca flotante de la cual sale un niño, una nueva chance de
que los misterios pasados puedan ser rememorados.
Otro niño es
el que llevamos envuelto a la espalda, es el mismo que termina guiando el carro
del padre en camino a la cueva del Sol. O a donde sea que vaya el rey del cielo
a recuperarse día a día.
Eran Ellos
los representados en los grabados antiguos, los que el Hijo representa en
memoria de su Padre muerto, y es la historia que recuerda y les cuenta a sus
hijos. De cómo el carro fúnebre pasa en su eterno peregrinar hacia su eterno
retorno, y el Hijo es siempre el que acompaña al Rey muerto.
Y yo, Eva, he
seguido reencarnando, he seguido renaciendo en todas las hijas y nietas de mi
misma, siempre soy Yo que me estoy recreando a mí misma.
Y en medio de
todas las gentes fuimos progresando.
Siempre
llevamos en el recuerdo la memoria de nuestra tierra, de sus montañas y ríos,
de sus cuevas. La sequía que sobrevino a nuestra expulsión fue
irreversible, pero las montañas y pasos aún se mantienen como tales, enmarcando
los amaneceres y atardeceres con todo el esplendor que el Rey Sol se merece.
desde el recuerdo eterno te saludo, me saludo en vos,Eva Eterna
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